Aprovechando
que recientemente se celebró el Día Europeo de la Prevención del Cáncer
de Piel y que está llegando el veranito, quiero dedicar esta nueva entrada a algo
que afecta a todos, desde el que practica kitesurfing hasta el que toma el sol
en la terraza del chiringuito. Me refiero por supuesto a la exposición solar y
sus potenciales consecuencias.
No quisiera
limitarme a dar consejos para protegerse del sol, porque al fin y al cabo todo
el mundo sabe ya que no se debe tomar el sol en las horas centrales del día,
todo el mundo sabe que se deben usar fotoprotectores, que hay que usar ropa
adecuada, etc. así que intentaré contar algunas cosillas que os puedan
interesar.
La energía solar
La energía solar
se compone de un amplio espectro, desde la radiación ionizante ultracorta hasta
las ondas de radio ultralargas de muy baja energía fotónica. Sin embargo, en la
superficie terrestre sólo llegamos a recibir las emisiones de radiación
ultravioleta (sobre todo tipos A y B), la luz visible y porciones de
infrarrojo.
La radiación que
más nos interesa en relación a la piel son los rayos UVB y UVA. Lo que más recibimos
del sol son los tipo B (producen un bronceado más oscuro y retardado), y menos
del otro tipo, que son los que se usan en las lámparas de bronceado artificial,
y producen un bronceado menos intenso pero más inmediato.
¿Qué es el factor de protección solar?
El Factor de
Protección Solar (FPS) nos multiplica el tiempo que nuestra piel puede estar al
sol sin quemarse, es decir, si en condiciones normales nos quemamos en 10
minutos, con un factor de protección 20 tardaríamos 200 minutos en quemarnos.
Esa es la teoría, porque la eficacia del fotoprotector depende de si sudamos,
si nos mojamos, etc. y además, con los fotoprotectores existentes en la
actualidad sería necesario aplicar unos 2mg de crema por cm2 de piel
para conseguir el nivel de protección que nos indica en la etiqueta.
Por todo eso, por
alto que sea el factor de tu crema, es recomendable ponérselo cada media hora,
especialmente si nos metemos en el agua o realizamos alguna actividad que pueda
disminuir su eficacia.
Además, es
importante conocer cuál es nuestro fototipo de piel, para orientarnos hacia que
FPS debemos utilizar, porque mientras un fototipo V puede estar perfectamente
protegido con un factor de 4, un fototipo I no debe ponerse nunca menos de un
factor 15. Por supuesto ayuda mucho conocer nuestra piel, si vemos que con un
factor de 5 nos quemamos enseguida, habrá que usar uno mayor para evitarlo.
Especial atención
hay que prestar a los niños, sobre todo los menores de 3 años, no deben ser
expuestos al sol a edades tan tempranas, y no hay que olvidar que es
responsabilidad nuestra que puedan tener cualquier complicación en un futuro.
El sol y sus consecuencias
La exposición
solar excesiva produce efectos en la piel tanto agudos (eritema, quemaduras)
como a largo plazo (fotoenvejecimiento, arrugas, xerosis, telangiectasias…).
Además, pueden aparecer lo que se denomina lesiones precancerosas, como pueden
ser las queratosis, los nevus (lunares) o ciertas cicatrices hipertrofiadas.
Son lesiones que tienen una mayor o menor probabilidad de degenerar en una
neoplasia maligna. No obstante, dependiendo del tipo de cáncer, se puede
desarrollar sobre una lesión previa o sobre piel sana.
Fuente:
-Martí RM,
Casanova JM, Astals M, Baradad M. Clínicas Dermatológicas de la AEDV 2004
-Harrison.
Principios de Medicina interna. 15ª edición 2002
-Fitzpatrick.
Atlas en color y sinopsis de dermatología clínica. McGraw Hill
-H.
Tarrio.
0 comentarios:
Publicar un comentario