La educación
física y el deporte tienen unos altos valores educativos y, bien encauzados,
prestan un servicio muy importante a la formación de una personalidad fuerte,
sacrificada y con capacidad para superar dificultades y obstáculos.
La actividad física y deportiva es una necesidad biológica y, por tanto, ha de formar parte del pleno desarrollo y conservación armónica del organismo, que debe estimularse y planificarse a lo largo de las diversas etapas de la educación; labor para la que es necesaria una programación con un desarrollo exigente y de calidad, que viene desempeñando el profesorado de Educación Física a plena satisfacción.
La actividad física y deportiva es una necesidad biológica y, por tanto, ha de formar parte del pleno desarrollo y conservación armónica del organismo, que debe estimularse y planificarse a lo largo de las diversas etapas de la educación; labor para la que es necesaria una programación con un desarrollo exigente y de calidad, que viene desempeñando el profesorado de Educación Física a plena satisfacción.
La educación
física y el deporte tienen una serie de componentes físicos y psíquicos que
favorecen el proceso educativo; enseñan a superarse, a dedicar tiempo y
esfuerzo a conseguir metas, es decir, a aplazar el éxito y a saber que éste
llega con dedicación y sacrificio; a acatar las normas, lo que es de indudable
valor para completar el proceso de socialización y, por supuesto, a practicar
siempre el juego limpio, formándose en un concepto competitivo que evite las
trampas de cualquier clase, dirigido éste a vincular superación con la máxima
limpieza moral; también a trabajar solidariamente en equipo y a superar las
tentaciones egocéntricas, a la vez que a favorecer el conocimiento de sí mismos
y en relación con los demás.
Tiene especial
relevancia que el deporte enseña a encajar las derrotas, sabiendo que para
lograr triunfos es necesario sobreponerse a fracasos, y también a no dormirse
en los laureles, a la vez que enseña a relativizar y a compartir los éxitos.
Las civilizaciones clásicas valoraron muy positivamente la educación física y
el deporte. Platón consideraba estos aspectos la primera fase o el primer
peldaño educativo y los romanos divulgaron el mens sana in corpore sano, percibiendo con toda claridad
que, para poder disfrutar de una actividad intelectual fecunda, era necesario
compaginarla con el adecuado ejercicio corporal.
En España,
debemos tener presente la labor realizada por la Institución Libre
de Enseñanza, con sus excursiones, su contacto con la naturaleza y el conjunto
de actividades pedagógicas destinadas a armonizar y equilibrar todas las
potencialidades de niños y adolescentes.
Por su parte, don
José Ortega y Gasset, también dedica páginas muy brillantes del conjunto
de su obra a elevar la moral en el sentido deportivo del término y a
considerar que, sin un adecuado desarrollo corporal, no hay educación integral
posible. En la actualidad, pensadores de la categoría de Howard Gardner, en el
desarrollo de su teoría de las inteligencias múltiples, –en su From of de mind:
The Theory of Multiple Intelligences, (1983) – señala cómo éstas interactúan,
pero señala, igualmente, cómo una de ellas, la kinestésica, está estrechamente vinculada
a la práctica deportiva, al lenguaje corporal, al manejo de los sensores
corporales, a la danza, al arte dramático, etcétera.
No quiero dar por
finalizadas estas reflexiones sin valorar, muy positivamente, el esfuerzo de
los jóvenes deportistas, que compaginan los programas de tecnificación o de
alto rendimiento con la atención a las necesidades formativas, lo que les
permite, asimismo, superar sus metas académicas.
Fuente:
Francisco Benito CristóbalCatedrático de Biología y Geología
Director IES Ortega y Gasset de Madrid
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